Hoy he ido al hospital a visitar a Pilar. Os preguntaréis quién es Pilar porque no os he hablado mucho de ella. Pilar es otra guerrera, como yo. Quizás incluso más fuerte. A Pilar la han operado hace dos días. Como yo, ha tenido que decir adiós a sus dos pechos y ahora se encuentra en recuperación. Tiene cinco drenajes y una banda elástica alrededor del pecho que previene que las prótesis se desajusten. Ha pasado una mala noche, con mucho dolor, pero no ha escatimado en sonrisas cuando me ha visto cruzar por la puerta. ¡Qué grande es Pilar!
Yo voy un paso por delante de ella en el tratamiento, así que siempre le puedo contar lo que viene y animarla. Ella también me anima a mi cuando me vengo abajo y ha estado ahí conmigo para celebrar mis victorias.
Ella, Begoña y otras guerreras, forman parte del legado bueno que me ha traído el cáncer de mama. Abrirme a ellas y a sus historias ha sido un regalo maravilloso, no solo porque te sientes entendida, sino también porque a veces en los momentos de incertidumbre, son las únicas que te cuentan qué puedes esperar. Tristemente, conocer sus casos también te hace darte cuenta de que contrario a lo que podrías pensar, eres solo una de muchas a las que les ha tocado esta enfermedad.
Pilar, Begoña, hermana de Bette, hermana de Lidia, hermana de Belén y todas las compañeras de este viaje trasnatlántico que he emprendido y que vais en otros camarotes en este mismo barco, si algún día leéis este diario, quiero que sepáis que me habéis hecho más fuerte y más humilde y que es un honor para mi pelear a vuestro lado.
Y para las guerreras futuras, que por desgracia vendrán, quiero que tengáis la certeza de que no estáis solas, que hay otras como vosotr@s, dispuestas a darlo todo en el campo de batalla y, sobretodo, que esta guerra se puede ganar y que vuestra vida volverá y os encontrará siendo una mejor versión de vosotras mismas.Esta mañana al mirarme al espejo, con un gozo indescriptible, me he dado cuenta de que mis pestañas vuelven a crecer. Han pasado casi dos meses después de mi último ciclo de quimioterapia. La vida y nuestros cuerpos son incansables y nos mantendrán a flote. ¡No os rindáis nunca guerreras!