30. Paciencia

19 de noviembre de 2020

La recuperación de la cirugía es un ejercicio de paciencia. Han pasado dieciséis días desde la intervención y aún tengo dos drenajes que me cuelgan, uno de cada lado. Llevo dos semanas durmiendo en la misma posición, sin poder moverme. Tampoco me he podido duchar en condiciones. Me aseo por partes en el bidet o en el lavabo, primero la cabeza, luego las piernas, después los brazos. No me puede caer agua en las heridas por las que salen los drenajes. 

Cada día tengo que hacer acopio de toda la paciencia de la que soy capaz para que no se me hunda el ánimo. Me ayuda que, al mismo tiempo, cada día me siento un poquito mejor. El dolor ha cedido bastante y desde hace un par de días estoy saliendo a caminar a la calle. 

La movilidad de mis brazos también ha mejorado. Hago ejercicios antes de irme a dormir para prevenir el linfedema y para recuperar la movilidad, especialmente del brazo derecho, en donde me quitaron los ganglios. Trato de hacer cosas en la casa y mantenerme activa. 

Este diario me mantiene ocupada y animada. Justo antes de la cirugía, decidí que iba a publicarlo en formato web, para poder llegar a muchas más mujeres y hombres que estén pasando por un cáncer de mama. Desde que me puedo mover un poco y que no tengo tanto dolor, empecé a trabajar en la web y ya tiene forma. Es un proyecto bonito que me apasiona. Es como hacer algo positivo con este cáncer que me ha tocado vivir. 

Me ha dicho Pilar, la enfermera que me cura las heridas, que el próximo martes empezará a hincharme los expansores. Tengo un poco de miedo de que me pueda doler mucho. El dolor que he sentido hasta ahora es un dolor extraño. Siento tirantez y presión en el pecho y puedo percibir las prótesis, sobretodo cuando respiro y se me ensancha el tórax.

También tengo algo de curiosidad mezclada con miedo, sobre cómo van a lucir mis tetas cuando todo esto pase. Ahora son como dos pasas gigantes desinfladas. Sobre todo la derecha, que se ve mucho más maltrecha. Los primeros días me daba miedo mirarme, pero ya consigo hacerlo. Pilar me dijo:

–No te preocupes si ahora te las ves un poco chuchurridas. Se van a ver bien cuando las expandamos.

Espero que tenga razón y no se me queden las dos tetillas chuchurridas para siempre. 

Me ayuda que Samirah me mira con naturalidad desde el primer momento. No le he visto ningún gesto de repudio o disgusto. Todo lo contrario, dice que se ven bien y que van a quedar bien. Tengo que tener paciencia también con esto. Tendré que esperar algunos meses para que mis mamas vuelvan a verse llenas de vida, redondas, felices.

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