Mi Samirah se merece un palacio y una fiesta muy grandes. Por todas las cosas que hace por mi en el día a día y por todas aquellas que hace por mi y por otros y a veces ni siquiera me doy cuenta.
Hoy ha sido su cumpleaños número 34 y también el de su hermana melliza. Evianne y Samirah siempre pasan juntas el día de su aniversario, pero este año no pudo ser. Las fronteras siguen cerradas por la pandemia y no hay posibilidades de que se puedan ver. Ambas estaban un poquito tristes. En Holanda, la familia de Samirah acompañó a Evianne en su día y mi chica y yo celebraremos su cumpleaños las dos solitas. Hoy es jueves y al ser un día entre semana, la logística de la celebración es un poco más compleja, así que volveremos a celebrar el sábado con mi familia en Málaga y con mi primo que también cumple años.
Reservé una mesa en un restaurante para cenar. ¡Hacía unas 13 semanas que no pisabamos uno!¡Increíble! Por simple que parezca, a nosotras nos ha resultado todo un acontecimiento, ya que por el confinamiento y las medidas del Covid este pequeño placer ha estado prohibido por varios meses.
Nos pusimos nuestras mejores galas para la cena. Antes de salir de casa, ayudé a Samirah a ponerse la cadenita de plata que le he regalado por su cumpleaños. Un flamenco plateado quedó en suspensión entre su cuello blanco y el vestido de rayas verdes que lucía. Me ofrecí también a abrocharle la pulsera que además de la cadena de plata son su regalo de cumple, pero me dijo que no, se la puso ella solita y orgullosa me la enseñó. Una hilera de bolitas plateadas de diferente tamaño adornaban su muñeca. Estaba contenta con sus presentes y yo con hacerla feliz.
Como de costumbre, salimos tarde para el restaurante. Tuve que meterle un poco de prisa a mi mujer porque eran las 7:30 y aún estábamos en casa, aunque la reserva era para las 20 horas. Yo llevaba lista ya media hora. Pero Samirah tenía que hacer una video llamada con su melliza para presenciar cuando le entregaran las Ray-Ban que le hemos comprado por su cumpleaños. Evianne lleva por lo menos un año pidiéndome que le venda mis viejas gafas porque le encantan y yo siempre le doy largas. Las hemos buscado por Internet nuevas y se las hemos regalado. Son un modelo ya bastante viejo, pero sabíamos que íbamos a hacerla muy feliz con su regalo.
Después del éxito de la sorpresa, nos pusimos en marcha para nuestra propia celebración. El restaurante al que fuimos está en Benalmádena y se tarda diez minutos en llegar en coche. A la hora que llegamos, éramos las únicas clientas del restaurante así que junto con el amable camarero que nos atendió, estrenamos los nuevos protocolos de sanidad para la restauración.
Escogimos la terraza para sentarnos, mejor al aire libre. Varios naranjos y limoneros decorados con diminutas luces blancas, nos daban sombra. El camarero, que llevaba mascarilla como nosotras, nos dejó sobre la mesa un pequeño triángulo de cartón con el nombre del restaurante y un código QR impreso. Al principio no entendimos muy bien, pero luego caí en la cuenta de que escaneando el QR podía acceder a la versión digital del menú, de esta manera, no tendríamos que manipular ningún menú físico. Mejor, menos cosas que pueden transmitir el virus.
La carta era bastante sofisticada y no solo por su presentación electrónica. El restaurante sirve comida fusión, a medio camino entre la cocina malagueña y la italiana.
Nos pedimos una botella de Valpolicella Ripasso para celebrar la ocasión. Empezamos con algunos entrantes, para ir sin prisa y disfrutar de la tarde noche en este jueves de junio tan especial.
La comida fue fantástica. Sabores tenues se mezclaban en nuestras bocas mientras comíamos con calma y disfrutamos de la velada. Solo un joven limón díscolo fue capaz de sacarme de mi estado de contemplación culinaria, al desprenderse del limonero y golpearme con fuerza la calva. Samirah no podía parar de reír tras el sonido producido por el fruto golpeando mi cráneo desnudo, mientras me frotaba la cabeza para aliviar el dolor. Yo me reía con ella y me sobaba la calva a partes iguales.
Tuvimos un cumpleaños memorable, que no lo puede enturbiar ninguna circunstancia. Ni el Coronavirus, ni el cáncer de mama, ni la gravedad, ni nada.
